Desde la Biblioteca Anarquista del Cerro

15.03.2011 16:10 Desde la Biblioteca Anarquista del Cerro hemos sentido la necesidad de transmitir algunas impresiones. Ya que nos planteamos el espacio como un lugar de intercambio y creación, quienes nos juntamos con cierta regularidad para garantizar que las cuestiones mínimas funcionen (cuentas, limpieza, mantenimiento, gestión de biblioteca y articulación de distintas charlas y talleres) creímos importante que todos quienes sientan afinidad con el espacio sepan cómo se desenvuelve más allá de las actividades concretas (charlas, peñas de finanzas, jornadas solidarias).


A medida que ha pasado el tiempo dewsde que la biblioteca abrió, en 2005, han transitado distintas personas que se han apropiado y distanciado del espacio en diferentes momentos y por diversas razones. Cada persona que participa le pone un poco de sí al lugar, por lo cual éste se va transformando a medida que la gente cricula.

Más allá de eso, el espacio ha recibido cambios importantes, como ser -además de la bibliografía anarquista de la que ya se disponía por el aporte de varios y varias compañeras- la donación de las bibliotecas de los compañeros fallecidos Rafael Esposito, Luis Coito e Indalecio Manuel Martinez, el primero amigo de la bliblioteca, todos ellos militantes anarquistas del Cerro.

Deoclides Martinez, -hijo de Indalecio Manuel- ha donado la biblioteca de su padre para uso social. Entre varios de los libros de aquel militante de la vieja Federación Obrera Regional Uruguaya, se encontraba “El Hombre y la Tierra”; una colección ilustrada de 5 tomos del anarquista Eliseo Reclus, editada por la Escuela Moderna de Barcelona en el año 1906. Al igual que muchos otros colectivos y compañeros, tenemos la responsabilidad cada vez mayor, de cuidar y dar buen uso a esos libros que son parte de la cultura anarquista.

La biblioteca no es local de un grupo anarquista, sino un espacio donde se pueden reunir ese tipo de grupos si lo desean. Pero la biblioteca es en sí un espacio, un lugar físico del que los/as anarquistas pueden disponer para desde allí contar con una infraestructura mínima para proyectarse. Es un punto de encuentro, y como tal necesita del apoyo y la colaboración de todos/as. Tanto en su aspecto económico, como en su calidez y uso colectivo.

Obviamente sus puertas no estarán abiertas para aquel que pretenda defender el actual “orden” de injusticia social. pero sí para todos quienes, sintiéndose anarquistas o no, estén buscando formas alternativas de lucha y de vida -que consideramos casi sinónimos.

Este año hemos pasado algunos apuros económicos, que se solucionaron gracias a la colaboración de compañeros que han huido al viejo continente en busca de algunos euros. Pero consideramos que a pesar de tener que padecer la explotación de pagar un alquiler, debemos intentar sostener el espacio desde todos sin que recaiga siempre en el mismo puñado de compañeros/as.

En definitiva, un espacio colectivo tiene sentido si se le da un uso colectivo. Durante el pasado año funcionaron talleres de cerámica, serigrafía, guitarra y capoeira angola. En el transcurrir del presente año, el desenvolvimiento del espacio estará dado por todo aquel que quiera apropiarse del mismo, para encontrar la anarquía en las pequeñas conspiraciones cotidianas.

Salud y anarquía.

Extraído del último número de Tierra y Tempestad.